Revista Estética y Salud. Caracas 9 de julio de 2012 por Isabel Dubuc Zabala (Colaboré en este artículo)
http://www.esteticaysalud.com.ve/acoso-sexual-entre-el-silencio-y-la-confusion/
Cada día, miles de mujeres son víctimas de conductas inapropiadas que atentan contra su dignidad. Muchas desconocen la gravedad del asunto e incluso llegan a pensar que ellas mismas propiciaron la situación. El hostigamiento sexual es un delito que permanece oculto por miedo a represalias y a exponerse públicamente en un tema tan delicado, pero las leyes tienen una respuesta efectiva para estos casos
“Yo sé que nadie me cree, pero no sé en qué momento esa situación se me salió de las manos”, comenta Laura Páez (nombre ficticio para proteger la identidad de la fuente), al recordar los dos años durante los cuales fue víctima de acoso sexual en su trabajo. “Cuando comencé a trabajar en esa empresa dedicada al mercadeo me sentí bienvenida y hasta halagada porque mi jefe siempre me felicitaba por mis brillantes ideas. Luego, comenzó a fijarse mucho en cómo iba vestida a la oficina y hasta llegué a pensar que él sentía atracción por mí. Traté de vestirme diferente, pero él siempre tenía un chistecito sexual que hacer. Después, hubo un cambio de él hacia mí: me asignaba trabajo que no me correspondía, me excluía de reuniones a las que yo debía asistir, ya mi trabajo no le parecía tan bueno, me sobrecargaba de tareas y muchas veces tuve que quedarme hasta tarde en la oficina. Yo no quería perder ese trabajo porque era muy bueno para mi carrera y necesitaba el dinero. Por eso, me esmeraba en hacer un buen trabajo y traté de no darle importancia a esos cambios de humor de mi jefe, en los que un día yo era su favorita y al día siguiente me discriminaba frente a mis compañeros”, relata.
Así como Laura, muchas mujeres enfrentan situaciones de hostigamiento en sus sitios de trabajo que, disfrazadas de “cambios de humor” de sus superiores, comienzan, casi imperceptiblemente, a convertirse en agresiones sexuales que terminan por socavar la tranquilidad de quien las padece. La profesional del mercadeo afirma que su incomodidad fue en aumento cuando su jefe empezó a aproximarse físicamente a ella, y ante su rechazo, las represalias fueron aún peores. “La situación llegó al límite cuando reaccioné abiertamente, el día que él quiso tocar mis piernas por debajo de la mesa. Primero lo negó, pero luego comenzó a insinuar que yo lo había provocado y que mi objetivo era ascender en la empresa valiéndome de mis constantes coqueteos”, relata. Finalmente, Laura terminó renunciando, pero hoy, tres años después de lo acontecido, reflexiona: “Mi error fue no haberme dado cuenta antes. Me sentí culpable por haber dejado que las cosas llegaran hasta ese punto. Creo que debí hablarlo con alguien, denunciar el acoso, pero no me atreví”.
Famosos bajo sospecha
• Las denuncias de tres masajistas sobre acoso sexual contra John Travolta han puesto en entredicho la trayectoria familiar del conocido actor. Aunque sus abogados insisten en presentar pruebas de la ausencia de Travolta en el lugar de los hechos, las denuncias indican un ‘modus operandi’ similar en diferentes lugares y momentos.
• A pesar de que nunca se aclaró qué fue lo que realmente pasó y el caso fue cerrado, el pitcher venezolano Johan Santana fue demandado en 2010 por una mujer que alegó que el atleta “comenzó a besarla, a quitarle la camisa y a desabrochar su brassiere” sin su consentimiento en una cancha de golf.
• Un exguardaespaldas de la princesa del pop Britney Spears introdujo una demanda contra ella porque la cantante solía pasearse desnuda frente a sus ojos mientras le hacía comentarios de índole sexual.
• Rob Lowe fue acusado de acoso sexual por la niñera de sus hijos, quien relató que el actor además de insinuaciones sexuales impropias, incitaba a la joven a ver pornografía.
• Lawrence Bass, ex empleado de Demi Moore, le exigió 206.700 dólares por daños y perjuicios luego de que la actriz intentara tocarlo indebidamente.
Identificar al enemigo
El acoso sexual, sea en el trabajo, en el sitio de estudio o en la relación médico-paciente (entre otras situaciones) se alimenta del silencio de la víctima, por eso es importante que se conozca de qué se trata este fenómeno y qué medidas se pueden tomar para proteger a la víctima y sancionar al agresor. La psicóloga Yumary Guerra explica que las legislaciones que protegen a las mujeres definen el acoso sexual como la solicitud de cualquier comportamiento o acercamiento sexual no deseado, realizado por un hombre, prevaliéndose de su superioridad laboral y con la amenaza expresa o tácita de causarle daño a la mujer.
El agresor puede valerse de diferentes manifestaciones para intimidar a su víctima, entre las que se encuentran:
• Conductas verbales: piropos insistentes, insinuaciones sexuales, comentarios paternalistas o insidiosos, chistes obscenos, creación de sobrenombres degradantes, preguntas fuera de lugar acerca de su vida o preferencias sexuales y el inicio de rumores humillantes.
• Conductas no verbales: gestos de contenido erótico, miradas penetrantes, exhibición del cuerpo del propio agresor, entre otras.
• Contacto físico: aplicación de masajes, palmaditas, pellizcos que no son ni solicitados ni necesarios. Pueden llegar a ser desde toqueteos hasta un ataque sexual.
Tanto en los sitios de trabajo como en cualquier otro entorno pueden darse relaciones que impliquen un acercamiento sexual, pero no todas llevan necesariamente a la agresión. Según la psicóloga, un hombre puede procurar la conquista de una mujer a través de formas no violentas, siempre y cuando la mujer acceda a esta etapa de seducción. Pero si la mujer ignora o rechaza cualquier comportamiento de contenido sexual, el hombre debe extinguir estos actos.
De hecho, la mujer debe poder identificar si los mensajes sexuales que recibe provienen de una potencial pareja -que se caracterizan por intercambio de gestos y conductas de mutuo acuerdo de manera sutil, pero no escondida- de un hombre que busca encuentros sexuales ocasionales -que son más frontales-, de un hombre que está obsesionado -que a pesar del rechazo o indiferencia insiste en dar regalos o aparecerse en lugares frecuentados por la mujer- o de un agresor sexual -que lo que busca es neutralizar a la mujer mediante requerimientos sexuales basándose en el miedo de ésta a perder algo que es valioso para ella, como su trabajo.
Aunque los investigadores del tema no se ponen de acuerdo en relación con el origen del acoso sexual, Guerra afirma que una de las causas es la falta de respeto a una voluntad o a una conciencia ajena. Indica que el respeto tiene dos fuentes: la posibilidad de identificarse con el otro o el reconocimiento de su poder. Muchos autores han tratado de esbozar el perfil del acosador identificándolo con la personalidad narcisista, que se caracteriza por ser un sujeto que tiene una idea grandiosa de su propia importancia, tiene fantasías ilimitadas de éxito y poder, se considera especial y único, tiene una necesidad excesiva de ser admirado, piensa que se le debe todo, explota al otro en sus relaciones interpersonales, carece de empatía aunque puedan ser muy hábiles socialmente, puede fingir que entiende los sentimientos de los demás y tiene actitudes y comportamientos arrogantes.
Incluso, hay investigaciones que definen al perseguidor sexual como hombres mayores de 40 años, que tienen una vida familiar y sexual insatisfactoria, con altas necesidades de autoafirmación y de control. Igualmente, han logrado identificar que el acosador, en el fondo, lo que siente es miedo de que la víctima sea capaz de derribarlo y por eso se aprovecha de su superioridad para neutralizarla. La víctima, por tanto, no es necesariamente una mujer con unas características físicas o psicológicas determinadas, simplemente, debe ser percibida por el agresor como una amenaza. Lo que mantiene en el tiempo al acoso sexual es el miedo de la víctima a que su credibilidad se ponga en tela de juicio y que se le someta al escrutinio público.
Una persona que sufre o ha sufrido acoso sexual, probablemente muestre algunos de estos síntomas:
• Ansiedad y depresión.
• Falta de concentración, irritabilidad e insomnio.
• Recuerdos recurrentes acerca de los diferentes episodios de la agresión y malestar psicológico profundo.
• Disminución de la autoestima personal.
• Desconfianza y dificultad para establecer relaciones espontáneas con personas del sexo opuesto.
• Rechazo a situaciones parecidas a las que propició la agresión sexual.
• Respuestas de alerta exagerada.
La manifestación de estas conductas dependerá de la intensidad de la agresión, del equilibrio emocional de la víctima y del apoyo social del entorno cuando se conoce públicamente lo ocurrido. Guerra recomienda que cualquier mujer que se encuentre en una situación de acoso evite la confrontación directa con el agresor y que, en cambio, comience un proceso de asesoramiento psico-jurídico guiada por alguna de las instituciones que se encargan de este tema.
Ayuda en Venezuela
En el país existen las siguientes instituciones que ofrecen asesoramiento a casos de acoso sexual: INAMUJER, Centro de Estudios sobre la Mujer, Profam y Plafam.
Acoso con aroma de mujer
Los hombres, aunque por lo general son agresores, también pueden ser víctimas de acoso sexual. Lo que motiva a una mujer a convertirse en una agresora sexual es el rechazo del hombre con el que ella quiere tener o continuar una relación. Su objetivo es destruir la vida de quien la abandonó como un acto de justicia hacia ella, así que adopta conductas persecutorias, amenaza y chantajea a su víctima para logar su objetivo. Otras veces, con el fin de deshacerse de algún hombre que obstaculiza sus logros laborales, una mujer agresora puede crear la historia de un acoso sexual hacia ella, con el fin de desprestigiar a la víctima hasta sacarlo de su camino.